Con el corazón latiendo con fuerza, Joon se detuvo frente a la puerta del apartamento de Duna. Había descubierto por casualidad el secreto de la excelebridad que vivía en el piso de abajo, escondiéndose del mundo. Sus ojos se llenaron de curiosidad y una pizca de compasión al recordar la fama que una vez había envuelto a Duna.
Decidió llamar a la puerta, sentía la necesidad imperiosa de saber más sobre la misteriosa chica. Al abrir, Duna lo miró con sorpresa y temor en sus ojos, como si el simple acto de abrir la puerta pudiera despertar a los fantasmas del pasado.
Joon notó la mezcla de emociones en su rostro y sintió la urgencia de romper la barrera que había entre ellos. Sin saber por qué, extendió su mano y dijo suavemente: "No tienes por qué esconderte, Duna. Estoy aquí para escucharte, para entender."
Un destello de incredulidad cruzó el rostro de Duna antes de que finalmente su expresión se suavizara. Lentamente, tomó la mano de Joon y lo invitó a entrar a su mundo secreto, donde las heridas del pasado y las esperanzas del futuro se entrelazaban en una danza delicada y conmovedora.