La luz de la luna brillaba débilmente a través de las cortinas entreabiertas de la habitación de Sulki, creando sombras misteriosas en las paredes. De repente, una risa femenina resonó en la habitación, haciendo que los vellos de su nuca se erizaran. Sulki se sentó en la cama, mirando a su alrededor con los ojos abiertos de par en par, preguntándose si todo era producto de su imaginación.
De pronto, una figura borrosa se materializó frente a él: una joven de largos cabellos oscuros y ojos brillantes que parecían contener un enigma. "Soy el espíritu que habita esta pared", susurró la misteriosa aparición, con una sonrisa burlona en los labios. "Y estoy aquí para jugar contigo, dulce Sulki".
A partir de ese momento, la vida de Sulki se convirtió en un torbellino de eventos sobrenaturales. El espíritu en la pared comenzó a interferir en sus sueños, tejiendo ilusiones seductoras que lo confundían entre la realidad y la fantasía. Al mismo tiempo, la presencia fantasmal tomaba posesión de las personas que más le importaban, sembrando el caos en su mundo.
Entre misterios sin resolver y deseos ocultos, Sulki se vio envuelto en una red de intrigas y seducción, donde la línea entre lo real y lo paranormal se desvanecía gradualmente. Mientras luchaba por descubrir la verdad detrás de la chica que persistía en la pared, Sulki se dio cuenta de que la única forma de liberarse era enfrentarse a sus propios temores más profundos y descubrir la fuerza dentro de sí mismo.