Bajo la luz fría de la luna, Mica observaba con inquietud la inmensa estructura de cristal que se alzaba frente a ella. El invernadero, con su aspecto imponente y misterioso, parecía susurrarle al oído secretos olvidados y promesas sin cumplir. Desde que había cruzado el umbral de aquella puerta, la sensación de estar siendo observada la acompañaba a cada paso.
En su interior, entre las plantas exóticas y el aroma embriagador de las flores, Mica descubrió un mundo diferente al que conocía. Un mundo donde las sombras danzaban al compás de su corazón acelerado y donde la verdad se escondía detrás de cada esquina. Las palabras de la anciana resonaban en su mente: "Estás maldita".
Pero no estaba sola en su travesía. Una figura enigmática se materializaba cada noche en sus sueños, con ojos tan oscuros como la medianoche y una sonrisa que helaba la sangre. Mica se vio atrapada en un juego peligroso entre la realidad y la fantasía, donde el amor y el misterio se entrelazaban de forma inextricable.
Sumergida en un torbellino de emociones, Mica tendría que desentrañar los secretos del invernadero antes de que fuera demasiado tarde. ¿Podría confiar en su corazón, o sería su perdición? La respuesta yacía en lo más profundo de las sombras, esperando ser descubierta.