Bajo la luz tenue de la tarde, Uda Natsumi se encontraba ocupado preparando sus exquisitos pasteles en su carro de comida. Sus ojos se iluminaron al ver a su cliente habitual acercarse, el joven apuesto que siempre llegaba a la misma hora, al mismo lugar. Uda había desarrollado una curiosidad creciente por él, fascinado por su encanto misterioso y su gusto por los postres que preparaba con esmero.
Una sombra de melancolía parecía envolver al joven cada vez que probaba los dulces de Uda, y el propietario del carro de comida no podía evitar preguntarse sobre los secretos que guardaba. Un día, decidido a descubrir la verdad, Uda siguió al joven después de que este se alejara con gesto taciturno.
Lo que Uda descubrió aquella noche cambió por completo su percepción de su cliente habitual. Entre susurros de confesiones inesperadas y miradas llenas de anhelo, se desvelaron emociones profundas que habían estado ocultas bajo la fachada de serenidad del joven. Y en ese instante, en ese lugar de encuentro cotidiano, sus destinos se entrelazaron de una manera que ninguno de los dos había imaginado jamás.