Bajo la luz tenue de la lámpara, Rihito y Tomoki se encontraban en la sala de estar, compartiendo un momento de complicidad. Tomoki no podía apartar la mirada de Rihito, su corazón latía con fuerza mientras luchaba con sus emociones. Rihito podía sentir la tensión en el aire, pero en lugar de huir, decidió actuar.
"¿Sabes, Tomoki?", susurró Rihito con una sonrisa traviesa en los labios, "Tal vez deberías atarme".
Tomoki parpadeó sorprendido, sin poder creer lo que acababa de escuchar. Rihito se acercó lentamente, y antes de que Tomoki pudiera reaccionar, sus manos estaban atadas suavemente con una corbata de seda.
El corazón de Tomoki estaba enloquecido, ¿qué estaba pasando? Rihito se acercó aún más, susurros de deseo bailando en el aire cargado de tensión. En ese momento, Tomoki supo que ya no había vuelta atrás. La noche se volvía más intensa, los límites entre la amistad y el deseo se desvanecían, y la promesa de un amor prohibido estaba a punto de desatar un torbellino de emociones que ninguno de los dos podía controlar.