El viento salado azotaba el rostro de Meridian mientras se aferraba al borde del barco, con los ojos fijos en el horizonte. Sus pensamientos daban vueltas incontrolablemente en su mente, tratando de comprender cómo había terminado en esta situación absurda. ¿Casada? ¡Imposible! Ella, que siempre había controlado cada aspecto de su vida, ahora se encontraba en medio del océano, vestida de novia y con un desconocido a su lado.
Demetrius Kyros, el temido héroe de guerra del imperio, la observaba con frialdad, una chispa de desafío en sus ojos. Meridian apretó los puños, preguntándose cómo podría este hombre tener la osadía de querer casarse con ella. Antes de que pudiera articular una palabra, Demetrius desenvainó su espada, desafiante.
"Me pregunto quién nos ha invitado a esto...", murmuró con voz ronca. "Pero ten por seguro que si intentas escapar, no dudaré en detenerte, incluso si eso significa... matarte".
La atmósfera en el barco se volvió aún más tensa cuando Meridian se dio cuenta de que no era la única que se encontraba en esa situación. Dos almas unidas por la fuerza en un matrimonio no deseado, destinadas a vivir juntas en una isla remota.
El deseo de escape ardía en el pecho de Meridian, pero una idea más tentadora comenzó a abrirse camino en su mente: venganza. Venganza contra aquellos que habían tramado este plan retorcido. Una alianza incómoda se formó entre Meridian y Demetrius, con un objetivo claro en mente: escapar de la isla y divorciarse, pero no sin antes hacer pagar a aquellos que los habían traicionado.
El destino había unido sus caminos de una manera inesperada, pero ahora, juntos, estaban decididos a desafiar las reglas impuestas y reclamar su libertad, cueste lo que cueste.