Bajo la luna llena, Qian Cuo y Teng Ruiyu se encontraban en la escena del crimen, rodeados de un aura de misterio y peligro. Dos años atrás, la investigación de una serie de crímenes de alquimia los había sumergido en un oscuro laberinto de secretos y traiciones. Qian Cuo, con su temperamento malhumorado y su determinación feroz, chocaba constantemente con la frialdad y la inteligencia calculadora de Teng Ruiyu.
Mientras examinaban las pruebas, una sombra se deslizó en silencio detrás de ellos, haciendo que la temperatura del aire se enfriara repentinamente. Los dos detectives intercambiaron una mirada cargada de significado, sabiendo que algo siniestro se cernía sobre ellos. En ese momento, una voz susurrante resonó en la oscuridad, susurrando antiguos secretos y profecías ominosas.
Qian Cuo apretó el puño, listo para enfrentar cualquier peligro que se interpusiera en su camino, mientras que Teng Ruiyu permanecía inmutable, sus ojos brillando con una determinación fría. Los dos sabían que estaban a punto de embarcarse en su caso más peligroso hasta la fecha, donde la línea entre la vida y la muerte se desdibujaba y los demonios del pasado regresaban para reclamar su precio.