El silencio pesaba en la habitación, sólo roto por el suave tintineo de las cadenas que ataban a Vanitas. Sora lo observaba con cautela, tratando de entender la oscuridad que parecía consumir al otro chico. Ven, por su parte, permanecía en un rincón, sin apartar la mirada de Vanitas.
Vanitas rompió finalmente el silencio, sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa. "Sora, únete a mí", susurró, su voz cargada de una extraña mezcla de súplica y desafío.
Sora frunció el ceño, confundido por la petición. ¿Unirse a Vanitas? ¿Qué significaba eso exactamente? Sin embargo, algo en la mirada del chico lo hizo dudar, como si hubiera algo más detrás de esas palabras aparentemente simples.
Ven se acercó lentamente, su mirada seria. "Sora, ten cuidado. No sabemos qué planea Vanitas", advirtió en un tono grave.
Pero la curiosidad de Sora ya estaba encendida. ¿Qué secretos ocultaba Vanitas? ¿Y por qué sentía que, de alguna manera, se veía reflejado en esos ojos oscuros y misteriosos?
Entre la intriga y la incertidumbre, Sora se dio cuenta de que la respuesta a todas sus preguntas yacía en esa petición inesperada. ¿Debería unirse a Vanitas, arriesgando todo lo que conocía por la promesa de un nuevo camino?