En la oscuridad de la noche, Midoriya se encontraba solo en el callejón, persiguiendo a un misterioso villano que había estado causando estragos en la ciudad. Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, se preparó para enfrentarse a su enemigo, pero lo que vio frente a él lo dejó sin aliento.
El villano se dio la vuelta lentamente, revelando una sonrisa malévola que heló la sangre de Midoriya. Sin decir una palabra, el villano lanzó un ataque sorpresa, dejando a Midoriya luchando por su vida. En medio de la batalla, algo en la mirada del villano cambió, mostrando una vulnerabilidad inesperada que desconcertó a Midoriya.
Entre golpes y sacudidas, Midoriya comenzó a darse cuenta de que tal vez el villano no era tan diferente de él. ¿Podría ser que, en el fondo, compartieran más similitudes de las que imaginaban? Mientras esquivaba otro golpe, Midoriya se dio cuenta de que la línea entre el bien y el mal era más delgada de lo que pensaba, y que la verdadera batalla estaba en descubrir la verdad detrás de sus acciones.