Bajo el cielo oscurecido por nubes de tormenta, los relámpagos iluminaban el rostro endurecido de Vitaly, demostrando la furia que ardió en su interior durante siglos. Renacido de las cenizas de su pasado, buscaba venganza, una venganza que había sido tejida por los hilos del destino. Con sus ojos fijos en el horizonte, se lamentó por la tragedia que lo había consumido, mientras una figura se acercaba a él en silencio.
"Lo siento", susurró Vitaly a la misteriosa mujer que emergió de las sombras, su voz cargada de arrepentimiento y determinación. Sin embargo, antes de que pudiera decir más, miles de soldados surgieron como un enjambre furioso, listos para desafiar al hombre que desafiaba al mismo destino.
En medio del caos y la confusión, Vitaly se preparó para la batalla que determinaría su destino. Sabía que el poder que poseía era frágil, una ilusión que podía desvanecerse en cualquier momento. Pero en su corazón ardía una llama indomable, la llama de la esperanza de cambiar su destino impuesto y forjar uno nuevo con sus propias manos. Y en ese momento, entre la lluvia de sangre y acero, se inició la última batalla de un hombre marcado por el sufrimiento y la pérdida, determinado a desafiar al destino mismo.