El sol se ponía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y morados mientras las dos brujas se enfrentaban en una batalla épica. Alyssa, la hechicera del fuego, lanzaba llamas ardientes con cada movimiento de su mano, su rostro enrojecido por la ira. Frente a ella, Cassandra, la bruja del hielo, conjuraba ráfagas gélidas que cortaban el aire con su intensidad.
Ambas magas se conocían desde la infancia, pero una disputa antigua sobre un hechizo perdido las había llevado a este enfrentamiento final. Sus corazones resonaban con el dolor de la traición y la sed de venganza, alimentando cada hechizo con una energía oscura y poderosa.
En medio de la batalla, un giro inesperado cambió el rumbo de la lucha. Alyssa, con una mirada de comprensión repentina, se detuvo en seco, bajando sus manos mientras las llamas se extinguían lentamente a su alrededor. Cassandra, sorprendida por la repentina tregua, también detuvo su ataque, observando a su oponente con cautela.
"¿Por qué continuamos con esta guerra sin sentido, Cassandra?" preguntó Alyssa, su voz llena de tristeza. "Somos más fuertes juntas que separadas. Dejemos de lado nuestras diferencias y unamos nuestros poderes para proteger a nuestro reino".
Cassandra quedó en silencio por un momento, sintiendo la verdad en las palabras de su antigua amiga. Lentamente, asintió con la cabeza, poniendo fin a la enemistad que las había consumido durante tanto tiempo. Unidos, las dos brujas se prepararon para enfrentar una amenaza aún mayor que se cernía sobre su tierra, demostrando que el verdadero poder residía en la fuerza de su amistad.