Los ojos de Madotsuki se cerraron lentamente, sumergiéndola en el profundo abismo de sus sueños. Esta vez, al abrir los ojos, se encontró en un paisaje desconcertante: un bosque oscuro y neblinoso se extendía ante ella, con sombras retorcidas acechando entre los árboles retorcidos. Un escalofrío recorrió su espalda mientras avanzaba con cautela, sintiendo una presencia inquietante a su alrededor.
De repente, una risa siniestra rompió el silencio, haciendo eco en la oscuridad. Madotsuki se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Giró la cabeza y vio a una figura borrosa entre los árboles, con ojos brillantes que la miraban fijamente. Sin pensarlo, comenzó a correr, sus pies hundiéndose en el suelo blando mientras la risa se intensificaba.
A medida que avanzaba, los árboles parecían cerrarse sobre ella, formando un laberinto ominoso que la atrapaba sin salida. La figura la seguía de cerca, susurros amenazantes llenando el aire espeso. Madotsuki luchaba por mantener la cordura, preguntándose si algún día despertaría de esta pesadilla retorcida o si estaba condenada a vagar por este mundo de sueños oscuros para siempre.