Bajo la sombría luz de la ciudad industrial, Satoru se debatía entre la monotonía y la desesperación. La presencia del anciano Segawa, un ex Yakuza que habitaba la habitación contigua a su destartalado apartamento, parecía ser la única variante en su rutina sin sentido. Un día, de manera inesperada, Segawa le susurró a Satoru: "Te otorgaré 5 millones de yenes para que me saques de esta miseria en la que me encuentro". La propuesta resonaba en la mente de Satoru como un eco ominoso, sus pensamientos se convulsionaban ante la tentación del dinero fácil. Sin embargo, Segawa, con una chispa en sus ojos gastados, parecía intuir la oscuridad que carcomía el alma de Satoru, desencadenando un giro inesperado de los acontecimientos. En medio de la decadencia de una sociedad corrupta, Satoru se veía arrastrado hacia un abismo de locura y desesperación, con un arma en una mano y 5 millones de yenes en la otra.