El sonido de las risas y las voces animadas llenaba la casa cuando Natsu se acercaba sigilosamente a la puerta entreabierta de la habitación de su hermana. Escuchó a Aki y sus amigas hablando, y su nombre se deslizó en medio de frases entrecortadas y risillas. Entonces la escuchó, a ella. Una voz diferente, una risa suave que parecía acariciar sus oídos.
Intrigada, Natsu se quedó para escuchar más. Escuchó historias divertidas, confesiones íntimas y risas compartidas. Y en cada palabra, cada risa, sentía cómo su corazón latía un poco más rápido.
"¿Por qué no podemos ser amigas?" pensó Natsu para sí misma. "¿Por qué siempre tiene que ser así entre nosotras?"
Con determinación, Natsu decidió cambiar las cosas. Decidió que esta vez iría más allá, que no dejaría que las barreras entre ellas se interpusieran. Porque, en el fondo de esa escalera hacia la edad adulta, Natsu sabía que algo nuevo y emocionante estaba a punto de comenzar. Y esta vez, ella quería estar en el centro de todo.