Las sombras de la noche envolvían el jardín de la casa colonial en Batavia, donde Mila se encontraba perdida en el tiempo. Observaba con horror a su joven abuelo, quien aparentaba ser un hombre bondadoso a los ojos de todos, pero en realidad era un monstruo sediento de sangre. Las mujeres desaparecidas en la ciudad eran cosechadas por sus propias manos, siendo enterradas bajo las raíces de las flores marchitas en su jardín.
Mientras Mila intentaba desentrañar el oscuro secreto que envolvía a su abuelo, descubrió la verdad perturbadora detrás de cada pétalo marchito. Cada una de las flores muertas guardaba un misterio que la llevaba por un laberinto de engaños y manipulaciones. La joven se vio obligada a enfrentar la dualidad de la naturaleza humana, donde la bondad y la maldad se entrelazaban de forma siniestra.
Entre las sombras de la noche, Mila se vio atrapada en un juego retorcido entre la realidad y la ilusión, donde las flores muertas guardaban secretos que amenazaban con consumirla por completo. En su lucha por la verdad, se encontró cara a cara con su propio abuelo, un ser irreconocible en su sed de poder y control. En ese momento, Mila supo que solo desenterrando los cadáveres del pasado podría encontrar la redención y liberar las almas atrapadas en el jardín de las flores marchitas.