En una soleada tarde de otoño, Mio caminaba sola por el patio de la escuela, sintiéndose invisible ante la mirada de sus compañeros. Siempre la veían como la graciosa mascota de la clase, la niña a la que todos podían burlarse sin consecuencias. Sin embargo, su vida daría un vuelco inesperado el día en que Haibara llegó a la escuela.
Haibara, con su actitud fría y desinteresada, no tardó en convertirse en el centro de atención de todos. Todos, excepto Mio, quien no lograba entender por qué su presencia le provocaba una extraña inquietud en el pecho. A medida que pasaban los días, Mio se dio cuenta de que, detrás de esa fachada indiferente, se escondían secretos y cicatrices que lo habían llevado a convertirse en quien era.
Entre encuentros y desencuentros, Mio y Haibara comenzaron a descubrirse el uno al otro, desentrañando capa por capa las complejas emociones que los unían. Pronto, se vieron envueltos en un torbellino de emociones encontradas, donde la amistad, el amor y el dolor se entrelazaban en una danza peligrosa. Y en medio de todo ese caos, ambos se enfrentaron a decisiones que cambiarían sus vidas para siempre.