Bajo el cielo azul de primavera, Miyuki caminaba por los pasillos vacíos de la escuela, perdida en sus pensamientos. El recuerdo de Haruki, su amigo de la infancia que desapareció misteriosamente hace años, la atormentaba día y noche. Una noche, en medio de la lluvia, una figura familiar apareció de repente frente a ella. Era Haruki, pero parecía diferente, como si estuviera envuelto por una luz sobrenatural.
Miyuki no podía creer lo que veían sus ojos. Había soñado con este momento una y otra vez, pero ahora que Haruki estaba frente a ella, la certeza de su presencia desafiaba toda lógica. Haruki la miró con ojos tristes y le preguntó: "Si pudieras volver a estar conmigo, aunque solo fuera por un día, ¿lo harías?".
El corazón de Miyuki latía con fuerza, luchando entre la emoción y el miedo a lo desconocido. A medida que pasaban las horas, descubrió que Haruki no había regresado del todo, que su presencia era efímera, un último adiós en la primavera. Juntos, revivieron recuerdos olvidados, se rieron y lloraron, compartiendo penas y alegrías como en los viejos tiempos.
Al final del día, cuando el sol se ponía en el horizonte, Haruki se desvaneció lentamente entre las sombras. Miyuki se quedó sola, con el corazón lleno de gratitud y tristeza. Aunque el tiempo con Haruki fue breve, fue suficiente para sanar viejas heridas y encontrar la paz en su corazón. Ahora, con una sonrisa en los labios, miró al cielo y susurró suavemente: "Haru no sayonara, mi amigo. Siempre vivirás en mi recuerdo".