En una tarde tranquila en la Academia Kuoh, Asia y Koneko se encontraban repasando conjuros mágicos juntas en la sala del club de ocultismo. De repente, un extraño portal dimensional se abrió frente a ellas, revelando a un misterioso hombre vestido con túnicas oscuras.
"¡Intrusos! ¿Cómo se atreven a perturbar nuestro ritual?" exclamó el hombre con voz amenazante.
Asia, con valentía, se puso de pie y preguntó con determinación: "¿Quién eres tú y qué quieres de nosotras?"
El hombre sonrió con malicia y respondió: "Soy un hechicero en busca de un sacrificio para fortalecer mi magia. Y ustedes dos, con su sangre pura y poder mágico, serán perfectas para mi propósito".
Ante la amenaza inminente, Asia y Koneko intercambiaron miradas decididas y asintieron en silencio. Sabían que debían unir fuerzas y enfrentar al hechicero juntas para protegerse mutuamente. Con un gesto rápido, desataron sus propios poderes mágicos, preparadas para la batalla que se avecinaba.