Luis se encontraba de pie en la cubierta del barco, contemplando el horizonte con una expresión de nostalgia en sus ojos. Sus pensamientos vagaban en busca de respuestas, de un propósito que parecía escapársele entre las olas del mar. Desde que conoció a Alejandro, su corazón se había visto sacudido por emociones que desconocía, y ahora, enfrentaba la difícil decisión de confesarle su amor.
Mientras tanto, Alejandro permanecía en la proa del barco, con el viento agitando su cabello oscuro y profundo. Había notado el cambio en la actitud de Luis, la mirada esquiva y los susurros que no alcanzaba a comprender. Un nudo se formaba en su estómago al darse cuenta de que tal vez, sus sentimientos iban más allá de la simple amistad.
Una noche estrellada, con el sonido del mar como testigo, Luis finalmente reunió el coraje para enfrentarse a sus miedos y confesarle a Alejandro todo lo que había estado guardando en su corazón. El silencio se hizo eco en la cubierta, antes de que Alejandro rompiera el hielo con una sonrisa tímida, revelando que sus sentimientos eran mutuos.
El océano, testigo de tantas historias de amor, parecía calmarse suavemente ante la revelación de un nuevo capítulo en la vida de Luis y Alejandro.