Título: Kisstart
El corazón de Kim Seon-il latía con fuerza mientras se encontraba cara a cara con el criminal que le había robado un beso aquella noche en la que había perdido el conocimiento. Sus ojos se encontraron en un tenso silencio, mientras la habitación se llenaba de una tensión palpable.
"¿Por qué lo hiciste?", murmuró Kim con voz entrecortada, tratando de mantener la compostura.
El culpable se mordió el labio inferior, desviando la mirada por un instante antes de responder: "Porque no podía resistirme más...". Sus palabras resonaron en la habitación, creando un ambiente cargado de emociones encontradas.
Kim Seon-il se encontraba en una encrucijada, debatiéndose entre la furia y la confusión. ¿Cómo podía rechazar a alguien que, a pesar de todo, seguía pareciéndole atractivo? Sus pensamientos se agolpaban en su mente, mientras intentaba comprender las motivaciones de aquel que lo había besado sin su consentimiento.
El juego del gato y el ratón apenas comenzaba, y Kim Seon-il se veía envuelto en un torbellino de emociones inesperadas. La verdad detrás de aquel beso robado iba mucho más allá de lo que jamás hubiera imaginado, y ahora se veía obligado a enfrentarse a sus propios sentimientos y deseos más profundos.
El misterio y la atracción se entrelazaban en una danza peligrosa, donde las líneas entre la amistad y el amor se volvían borrosas. Kim Seon-il sabía que tendría que elegir entre seguir adelante o dejarse llevar por la pasión que amenazaba con consumirlo por completo.
El destino había sido sellado aquella noche, y ahora ambos hombres se veían atrapados en un juego de seducción y traición donde solo uno de ellos saldría ileso. ¿Quién sería capaz de resistirse a la tentación que les unía? ¿Y qué consecuencias tendría sucumbir a los deseos del corazón?
El camino hacia la verdad estaba lleno de obstáculos, secretos y revelaciones que pondrían a prueba la fuerza de su amor. En un mundo donde nada era lo que parecía, Kim Seon-il tendría que luchar con todas sus fuerzas para descubrir la verdadera identidad del culpable y, al mismo tiempo, enfrentarse a sus propios demonios internos.
El juego del amor y el deseo acababa de comenzar, y solo el tiempo diría si serían capaces de sobrevivir a la tormenta que se avecinaba.