Mirabel, a pesar de ser joven, demostraba una valentía inquebrantable. La maldición de Yotsune la había marcado profundamente, pero en lugar de dejarse vencer por el desaliento, decidió enfrentar su destino con determinación.
Con cada paso, la furia ardiente en sus ojos zorrunos brillaba con una intensidad sobrenatural. Su corazón latía con la promesa de venganza, mezclado con una pizca de incertidumbre por lo desconocido que se avecinaba.
En su búsqueda de Yotsune, Mirabel descubrió una verdad impactante que sacudió los cimientos de su mundo. La maldición no era más que una farsa, una artimaña urdida por fuerzas oscuras que deseaban sembrar el caos en su vida.
Ahora, con su enemigo y el verdadero enemigo revelados, Mirabel se encontraba en una encrucijada. ¿Podría perdonar a Yotsune por sus pecados, o sucumbiría a la sed de venganza que ardía en su interior? Su decisión definiría no solo su destino, sino también el equilibrio del mundo mágico en el que habitaban.