El sol se estaba poniendo en el horizonte cuando Bakugou se detuvo frente a la casa de Midoriya. Miró hacia la ventana del cuarto de su amigo con una mezcla de nerviosismo y determinación. Durante años, habían sido inseparables, pero últimamente las cosas entre ellos habían cambiado.
Al entrar en la habitación, los recuerdos de su infancia juntos lo abrumaron. Recordaba cómo solían jugar sin preocupaciones, riendo y compartiendo sueños. Pero ahora, las tensiones y el silencio incómodo reinaban en el aire.
"Quiero que me mires de la manera en que lo hacías cuando éramos niños", murmuró Bakugou, su voz llena de anhelo y confusión.
Midoriya lo miró con sorpresa en sus ojos verdes, como si estuviera leyendo sus pensamientos más profundos. Lentamente, se acercó a Bakugou y puso una mano en su mejilla.
"¿Por qué no puedes entenderlo?" preguntó Midoriya con voz suave pero cargada de emociones reprimidas. "Las cosas han cambiado, Katsuki. Ya no somos los mismos que éramos antes".
Un torbellino de sentimientos encontrados invadió el corazón de Bakugou. ¿Cómo podían recuperar lo que una vez tuvieron? ¿O debían resignarse a la distancia que los separaba ahora?
La noche caía sobre ellos, pero las sombras de sus sentimientos contradictorios se alargaban en la habitación, envolviéndolos en un dilema emocional que amenazaba con desgarrar la conexión que alguna vez compartieron.