En un día soleado en el patio de la escuela, Marta observaba a su amiga Sara con una mezcla de nostalgia y confusión. Habían compartido risas, secretos y miradas cómplices durante años, pero algo había cambiado. Sara parecía distante, como si una barrera invisible las separara. Marta no podía entender qué había sucedido para que su amiga se alejara de esa manera.
Decidida a descubrir la verdad, Marta se acercó a Sara y le preguntó con voz temblorosa: "¿Qué nos pasó? Solíamos ser inseparables". Sara evitó su mirada y guardó silencio por un instante, antes de responder en un susurro: "No preguntes, solo gozalo".
Confundida por la respuesta enigmática de Sara, Marta decidió investigar por su cuenta. Lo que descubrió la dejó sin aliento: Sara había estado luchando con sus propios sentimientos, debatiéndose entre la amistad y algo más profundo. Ahora, Marta se enfrentaba a una decisión difícil: dejar que el pasado definiera su relación o arriesgarse a explorar un territorio desconocido.
Entre miradas cargadas de significado y palabras no dichas, Marta y Sara se adentraron en un torbellino de emociones que pondría a prueba su amistad y las llevaría a descubrir lo que realmente significaba el amor verdadero. La amiga de ayer estaba a punto de convertirse en el amor de hoy, desafiando las convenciones y abriendo las puertas a un futuro lleno de posibilidades inesperadas.