La bruja Liliana estaba decidida a alcanzar un poder inimaginable, por lo que decidió convocar al gran demonio Belial. Sin embargo, antes de que la invocación pudiera completarse, Belial le impuso una condición sorprendente: la bruja debía enseñarle a bailar salsa durante una noche entera.
Al principio, Liliana se sintió confundida y molesta por la extraña petición, pero finalmente aceptó el desafío. A lo largo de la noche, entre pasos torpes y risas contagiosas, la bruja y el demonio se fueron conociendo mejor. Descubrieron que compartían un amor por la música y la danza, formando una conexión inesperada.
A medida que la noche llegaba a su fin, Belial reveló que la verdadera razón detrás de su exigencia era asegurarse de que Liliana tuviera un corazón puro antes de otorgarle su poder. Conmovida por el gesto inesperado del demonio, la bruja se dio cuenta de que el verdadero poder residía en la amistad y el entendimiento mutuo.
Así, la bruja Liliana y el gran demonio Belial forjaron una alianza formidable, basada en la confianza y el respeto mutuo, demostrando que incluso en los lugares más oscuros puede nacer una luz de esperanza y amistad verdadera.