En un rincón olvidado de la ciudad, se alzaba la misteriosa tienda sin nombre, una presencia sombría en medio de la tranquilidad del barrio. Pocos se atrevían a adentrarse en ese callejón oscuro donde se hallaba, pero los rumores que circulaban sobre ella eran aterradores. Se susurraba que en su interior se encontraban objetos capaces de conceder los más profundos deseos, pero a un precio demasiado alto.
Una noche, Valeria, una joven con el corazón destrozado por la pérdida de su amado, decidió desafiar a la oscuridad y entrar en la tienda prohibida. Con paso tembloroso, se adentró en aquel reino de sombras y antigüedades, donde una anciana de mirada penetrante la recibió con una sonrisa malévola.
—Bienvenida, querida Valeria. Veo en tus ojos el dolor que te consume. ¿Qué deseas?
Sin dudarlo, Valeria le pidió con voz entrecortada que le devolviera a su amado, sin imaginar las consecuencias de su pedido. La anciana le concedió un medallón antiguo y le advirtió:
—Usa este medallón con cuidado y sigue al pie de la letra las instrucciones si quieres recuperar a tu amado.
Pero Valeria, cegada por el dolor, ignoró las palabras de la anciana y activó el medallón sin precaución. Un torbellino de sombras la envolvió y cuando la oscuridad se disipó, frente a ella no estaba su amado, sino una criatura de pesadilla que la miraba con ojos hambrientos.
La tienda sin nombre exigía su precio, y Valeria había caído en la trampa de sus propios deseos oscuros.
