Bajo la luz de la luna llena, Vikir, el sabueso de sangre de hierro, se erguía imponente con sus ojos rojos brillando en la oscuridad. Había sido traicionado por su propio dueño, Hugo, el hombre que una vez le había dado órdenes con frialdad y desprecio. Pero esta noche, las tornas habían cambiado.
Vikir se acercó sigilosamente a la mansión de Hugo, sus pasos llenos de determinación y sed de venganza. Recordó los días en los que servía fielmente a la familia Baskerville, antes de ser condenado injustamente. Ahora, era el momento de ajustar cuentas.
Con un gruñido feroz, Vikir se abalanzó sobre Hugo, cuyos ojos se abrieron desmesuradamente al ver al sabueso que creía haber eliminado. "¡No puede ser!", balbuceó Hugo, retrocediendo con miedo. Pero ya era demasiado tarde. Vikir, con una mirada salvaje en sus ojos, se lanzó hacia su antiguo dueño, listo para hacer justicia con sus propias garras afiladas.
La noche se llenó de aullidos y gruñidos, mezclados con el sonido de la venganza que resonaba en los corazones de ambos. La venganza del sabueso de sangre de hierro estaba en marcha, y nada ni nadie podría detenerlo en su camino hacia la redención.