Kimari estaba de pie frente a la puerta de la oficina del Presidente del consejo estudiantil, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Sabía que lo que estaba a punto de hacer pondría en juego mucho más que su reputación en la Academia Shikano. Ni siquiera sus amigos más cercanos sabían de su plan para abordar al Presidente y rogarle que no aboliera el Departamento de Comunicación Especial, el lugar donde su hermano solía brillar antes de fallecer en un trágico accidente.
La joven respiró hondo y tocó la puerta con determinación. Después de un momento, la puerta se abrió revelando al Presidente, un chico de aspecto serio pero con una chispa curiosa en los ojos. Kimari sintió un nudo en la garganta, pero se obligó a mantener la compostura.
―Presidente, necesito hablar contigo ―dijo con voz firme, sorprendiéndose por lo calmada que sonaba.
El chico la miró con curiosidad, invitándola a entrar a su oficina. Mientras Kimari se sentaba frente a él, una tormenta de emociones la invadía. Tenía que convencerlo, no solo por el recuerdo de su hermano, sino por todos los estudiantes que encontraban refugio en el Departamento de Comunicación Especial.
Y así, en esa oficina silenciosa, las palabras de Kimari fluían con pasión y convicción, desentrañando sus miedos más profundos y revelando su verdadero propósito. El Presidente la escuchaba atentamente, sus ojos reflejando comprensión y algo más.
Al final de la reunión, Kimari salió de la oficina con el corazón aún latiendo con fuerza, pero esta vez no era por el miedo, sino por la esperanza. Sabía que su lucha apenas comenzaba, pero estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.