En el oscuro rincón de su mente, Zacarías Wilde albergaba un deseo ardiente de destruir todo lo que le resultaba incómodo. Su mirada fría y determinada reflejaba la oscuridad que se agitaba dentro de él. Desde temprana edad, Zacarías había sentido una extraña conexión con lo sobrenatural, una fuerza oscura que lo impulsaba a actuar de manera impulsiva y destructiva.
Una noche, cuando la luna brillaba en lo alto del cielo estrellado, Zacarías se adentró en el bosque prohibido en busca de respuestas. A medida que avanzaba entre los árboles retorcidos, una figura misteriosa emergió de las sombras. Era un ser etéreo con ojos brillantes y una sonrisa siniestra. "¿Qué deseas, Zacarías Wilde?", susurró la figura con voz melodiosa pero amenazante.
Sin vacilar, Zacarías respondió con determinación: "Destruir aquello que me atormenta, sea lo que sea". En ese momento, una ráfaga de viento helado envolvió al joven, y una energía oscura lo consumió por completo. Sus ojos brillaron con un fuego sobrenatural mientras se preparaba para desatar su ira sobre el mundo que lo rodeaba. El destino de Zacarías Wilde estaba sellado en esa noche de luna llena, cuando su sed de destrucción lo llevaría por un camino de acción, drama y secretos sobrenaturales.