En el bosque encantado donde las sombras bailan al compás del viento, se levanta una mansión misteriosa cubierta por la oscuridad, oculta detrás de un jardín de rosas marchitas y vigilada por un farol titilante en forma de cola de serpiente.
El príncipe, heredero de aquel reino olvidado, solía perderse en sus laberintos y secretos, junto a ella. La joven de cabellos oscuros y ojos enigmáticos, cuya risa resonaba como un eco lejano en las paredes de piedra. Juntos descubrían rincones prohibidos, desafiando al tiempo y al destino que parecían conspirar en su contra.
Pero la mansión guardaba más que habitaciones vacías y pasillos polvorientos. Sus paredes susurraban secretos olvidados, sus puertas crujían con la carga de los años y, en lo más profundo de sus entrañas, algo antiguo y oscuro aguardaba paciente. Pronto, los hilos del destino se enredarían sin remedio, revelando la verdad detrás de las sonrisas y las miradas cómplices.
El príncipe y ella se adentrarían juntos en un laberinto de intrigas y traiciones, donde las sombras cobrarían vida y los susurros del pasado resonarían con un eco siniestro. ¿Podrían enfrentarse a la verdad que acechaba en las sombras de la mansión perdida, o sucumbirían ante el poder de un antiguo pacto sellado en sangre y secretos? El reloj marcaba la hora del destino, y nada volvería a ser igual en el bosque de la durmiente melodía.