En una tarde lluviosa, Luna se encontraba esperando a su próximo cliente en la agencia de novias donde trabajaba. De repente, la puerta se abrió y él entró. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, Luna sintió una extraña conexión con él. Era diferente a los demás clientes, algo en su mirada la intrigaba, la atraía de una manera inexplicable.
Durante las semanas siguientes, Luna y él se vieron en varias ocasiones por su trabajo, interpretando el papel de novia alquilada. Sin embargo, cuanto más tiempo pasaban juntos, más confundida se sentía Luna. "No debería sentirme así con un cliente", se repetía a sí misma una y otra vez. Pero la calidez de sus abrazos, la sinceridad de sus palabras, todo en él la envolvía en un torbellino de emociones prohibidas.
Una noche, después de una cita, él la detuvo frente a la puerta y la miró fijamente. "No puedo seguir con esta farsa", dijo con voz firme. Luna se quedó sin palabras, incapaz de comprender lo que estaba sucediendo. Fue entonces cuando él se acercó lentamente, tomó su rostro entre sus manos y la besó con una intensidad que la dejó sin aliento.
En ese momento, la vida de Luna dio un giro inesperado. Lo que comenzó como un trabajo más en la agencia de novias se había convertido en un romance prohibido, en un amor que desafiaba todas las reglas. Y Luna supo, en ese instante, que su vida nunca volvería a ser la misma.