Bajo el sol abrasador del verano, Jun caminaba por los pasillos de la escuela con la mirada perdida. Desde que su familia cayó en desgracia, su vida había dado un giro inesperado. Ahora, vivía en la humilde casa de su antiguo jardinero, junto a Koutarou, el hijo de este.
A pesar de compartir techo, la tensión entre Jun y Koutarou era palpable. Ambos jóvenes no podían estar juntos sin que saltaran chispas de conflicto. Sin embargo, bajo esa fachada de hostilidad, se escondían secretos y emociones que ninguno de los dos se atrevía a revelar.
Una tarde, mientras regaban las plantas del jardín, una conversación inesperada rompió el silencio incómodo entre ellos. Koutarou le confesó a Jun sus propios miedos y frustraciones, revelando una vulnerabilidad que nadie más conocía. Sorprendido por la sinceridad de Koutarou, Jun empezó a cuestionarse todo lo que creía saber sobre su enemistad.
A partir de ese momento, una nueva dinámica se estableció entre los dos jóvenes. Con cada confesión, con cada gesto de apoyo mutuo, su relación se transformaba lentamente. Descubrieron que, a pesar de sus diferencias, tenían más en común de lo que creían. Y en medio de la adversidad, surgía una amistad inesperada, un lazo que podría resistir cualquier tormenta que la vida les tuviera preparada.