En un giro inesperado de los acontecimientos, Minna se encontraba ahora en medio de la era Joseon, rodeada de trajes tradicionales y costumbres antiguas. A pesar de su confusión inicial, pronto se adaptó a su nueva vida en la casa de cortesanas, donde su talento para la pintura erótica causaba sensación entre las mujeres de la ciudad.
Mientras intentaba descifrar cómo sus pinturas podrían salvar al Imperio Joseon, Minna conoció a un misterioso hombre enviado para capturarla. Sin embargo, en lugar de cumplir con su misión, este hombre se vio cautivado por las obras de Minna, llegando a proponerle un pacto inusual.
"De ahora en adelante, tus pinturas decidirán el destino de nuestra dinastía", le explicó el hombre en un tono serio. A medida que Minna se sumergía más en su tarea, descubrió un complot en las sombras que amenazaba con destruir todo lo que conocía.
Con el tiempo corriendo en su contra, Minna debía tomar una decisión: arriesgarse todo por el Imperio Joseon o regresar a su vida moderna y dejar atrás a aquellos con los que había llegado a preocuparse. Mientras el destino del imperio pendía de un hilo, los sentimientos encontrados de Minna y las intrigas palaciegas prometían llevarla por un camino lleno de peligros y decisiones difíciles.