Chicos y chicas se agolpaban en los pasillos de la escuela, susurros de chismes llenando el aire. El rumor se extendía como fuego salvaje: Diego, el chico más popular y encantador del tercer año, estaba planeando una venganza contra su exnovia, Sofía. Todos lo veían cambiar su apariencia, su personalidad, convirtiéndose en alguien frío y calculador. Pero lo que nadie sabía era que detrás de esa fachada de hielo se escondía un corazón roto, una herida profunda que solo el amor podía sanar.
Diego se sumergió en su plan, acercándose a Sofía con una sonrisa fría en los labios y un brillo peligroso en los ojos. Sin embargo, cada mirada furtiva, cada palabra cortante, lo acercaba más a la verdad: aún la amaba. La confusión se apoderaba de su mente, sus sentimientos divididos entre el deseo de venganza y el anhelo de perdón.
En una noche lluviosa, cuando los rayos iluminaban el cielo y el trueno retumbaba en los corazones de los amantes desgarrados, Diego finalmente confrontó a Sofía. Sus ojos se encontraron en un torbellino de emociones, las palabras no dichas colgando en el aire cargado de electricidad. Y en ese momento, en medio de la tormenta, el verdadero amor se abrió paso a través de las grietas de la venganza, sanando heridas, restaurando la fe perdida.