En un tranquilo día de primavera, Cirno se encontraba disfrutando de un helado de fresa en el jardín del templo. Su mente distraída se vio interrumpida por la llegada de Reimu, la sacerdotisa del templo. Reimu, con una expresión seria en su rostro, se acercó a Cirno y tomó su mano suavemente.
"Cirno, necesito hablarte de algo importante", dijo Reimu con voz temblorosa.
Cirno, sorprendida por la seriedad de Reimu, dejó caer su helado al suelo. Sus ojos azules se encontraron con los de Reimu, llenos de determinación. En ese momento, Cirno supo que algo extraordinario estaba a punto de suceder.
"Reimu, siempre he sentido algo especial por ti", confesó Cirno con un nudo en la garganta. "No sé cómo expresarlo con palabras, pero quiero que sepas que eres la luz de mi vida".
Las mejillas de Reimu se sonrojaron intensamente, su corazón latía con fuerza. Antes de que pudiera responder, una ráfaga de viento mágico rodeó a las dos chicas. Un remolino de emociones y sentimientos las envolvió, revelando verdades ocultas y deseos profundos.
En ese momento mágico, Cirno y Reimu se miraron a los ojos y supieron que su conexión iba más allá de la amistad. El Uno, Dos, Tres de Cirno y Reimu resonaba en el aire, marcando el comienzo de una historia de amor inesperada pero poderosa.
El destino las había unido, desafiando todas las expectativas y prejuicios. Juntas, enfrentarían desafíos y obstáculos, pero su amor verdadero brillaría como un faro en la oscuridad. La sacerdotisa enamorada y su idiota, unidas por un lazo mágico que trascendía las palabras y los pensamientos.
La historia de Cirno y Reimu estaba lejos de ser ordinaria, era un cuento de hadas moderno, donde el amor florecía en los corazones más inesperados.