Bajo el cielo enrojecido de una Tokio devastada, Leon se adentró en las ruinas con paso decidido. El traicionero silbido del viento, cargado de cenizas y secretos, le recordaba constantemente que no estaba solo en aquella ciudad aparentemente desierta. Sus ojos escrutaban cada sombra, cada esquina, en busca de vida, de respuestas, de Tsugumi.
La radio en su traje anti radiación apenas emitía estática, pero en un momento de quietud mortal, una voz rasposa rompió el silencio: "Bienvenido, Leon. Has despertado a la pesadilla olvidada". El soldado se tensó, su corazón dando vueltas en su pecho al compás de lo grotesco. ¿Quién estaba hablando? ¿Amigo o enemigo?
Con cada paso, el misterio se intensificaba, las emociones se entrelazaban en un ballet de confusión y peligro. Leon sabía que su lucha por la supervivencia apenas comenzaba, pero ahora se enfrentaba a algo más grande, algo que desafiaba su noción de realidad. Tsugumi estaba ahí, esperándolo en la oscuridad, con su potencial destructivo latente y sus secretos enterrados en las profundidades de una Tokio olvidada.