Tres golpes. Solo necesitaba tres golpes certeros para deshacerse de sus enemigos. Lion se movía con la elegancia de un felino, su mirada fría y determinada reflejaba la crueldad de su oficio. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, un remolino de emociones contradictorias lo consumía. ¿Cuánta sangre más tendría que derramar en nombre de su venganza?
En una noche oscura y tormentosa, cuando la lluvia caía como lágrimas del cielo, Lion se encontró con ella. Una mujer de belleza indescriptible, con ojos que parecían contener el brillo de mil estrellas. Su presencia iluminó un rincón oscuro en el corazón de Lion, despertando sentimientos que creía haber enterrado junto con su pasado.
Entre batallas sangrientas y momentos de ternura robados a la oscuridad, Lion luchaba consigo mismo. ¿Podría un asesino redimirse a través del amor? ¿Podría encontrar la paz en los brazos de quien se atrevió a mirar más allá de su fachada de fría indiferencia? El surgimiento de un asesino había dado paso a la posibilidad de una nueva vida, donde el perdón y la redención se entrelazaban en una danza peligrosa y embriagadora.