El sol se ponía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos morados y naranjas mientras Virgilio de Lago regresaba al imperio después de la fatídica expedición al inframundo. Sus ojos reflejaban el cansancio y la tristeza de haber presenciado horrores inimaginables, pero también la determinación de descubrir la verdad detrás de la plaga de demonios que azotaba al imperio.
Sin embargo, la bienvenida que recibió no fue la esperada. En lugar de ser celebrado como un héroe, fue acusado de un pecado impensable: haber matado a un dios. Traicionado por aquellos en quienes confiaba, Virgilio fue encarcelado junto a su amigo Orfeo, condenados a pagar por un crimen que, según ellos, no cometieron.
En las sombras de su celda, entre susurros de conspiración y planes de venganza, Virgilio juró limpiar su nombre y descubrir la verdad detrás de la traición que lo había llevado a ese oscuro destino. Con la determinación de un verdadero caballero, se preparó para una batalla que pondría a prueba su fe, su lealtad y su espíritu de lucha.
Mientras tanto, en las profundidades del inframundo, una oscura presencia observaba desde las sombras, tejiendo hilos de tragedia y destino que llevarían al último caballero de la orden oscura a enfrentarse a su mayor desafío: encontrar redención en un mundo que lo había condenado.